
Quizás, cuando oímos mencionar Palma de Mallorca, enseguida nos vienen a la mente sus calas y playas paradisiacas, y si bien la costa mallorquina es uno de los puntos más fuertes de esta isla, también existen otros nichos culturales e históricos muy propicios para pasar una velada inolvidable en la mayor de las islas baleares. Acércate y descubre con este artículo la otra cara fascinante de Mallorca.
La bahía de Palma
Como es habitual, la puerta de entrada a Mallorca es su capital, Palma. Desde este punto geográfico, no hay nada como darse un salto hasta la Bahía de Palma, donde 16 kilómetros componen nuestro recorrido partiendo desde el Puerto. Algunas personas prefieren conquistar la bahía a bordo de una bicicleta, recorriendo toda la costa hasta El Arenal, y disfrutando algunos enclaves marítimos como El Molinar, Can Pastilla y El Portixol, aunque también debemos mencionar Illetas, una pequeña bahía rodeada de pinares que junto con Santa Ponça, completan uno de los recorridos más hermosos de la isla.
Sierra de Tramuntana
Se le denomina de esta manera por el viento noreste que la recorre, y es que esta sierra es un verdadero culto a la naturaleza, no sólo por la gran variedad de paisajes que la componen, sino además por sus especies animales y vegetales, además de que cuenta con numerosos puntos históricos (como el Castillo de Bendinat) que no podremos desperdiciar durante nuestro paseo. La Sierra de Tramuntana se encuentra hermanada con el mar Noroeste y puede ser accedida desde Sóller o a través de Calviá.
Andratx
Nuestro próximo destino es el puerto de Andratx, al cual podremos acceder por carretera, no sin antes deslumbrarnos con una riqueza pueblerina indescriptible, resaltando el Cabo Andritxol y la cala Camp de Mar. Los pinares que engalanan el Puerto de Andratx, comparten el espacio con numerosos pescadores locales y turistas que, además de relajarse en las aguas de esta zona, también incluyen en su itinerario el casco histórico del pueblo, en especial el cementerio, la Iglesia Parroquial y la casa palacio de Son Mas. Complementan la visita el pueblo de San Telmo y la Isla Dragonera.
Deiá
Tras dejar atrás los almendros y olivares de Puigpunyent, y luego de un recorrido por Valldemossa y su joya de puerto, tocará el turno de visitar Deiá, un pueblo encantador en las montañas y cuyas peculiares construcciones han resultado ser objeto de curiosidad y admiración para no pocos visitantes. Deiá también presume de poseer el cementerio más hermoso de la isla, además de la Bahía de Lluc Alcari.
Sóller
Sóller nos recuerda que la naturaleza puede ser muchas veces el más sublime de los artistas. La herencia botánica de este pueblo combina a su vez con una arquitectura impecable, además del popular tranvía eléctrico que parte de la ciudad hacia el puerto. Un castillo medieval y casas pueblerinas tan humildes como adorables completan el recorrido por Sóller, aunque también debiéramos mencionar el Convento de San Francisco, la Parroquia de San Bartolomé o el propio Museo de Sóller. En las afueras de la ciudad, nos aguarda además la cala de Sa Calobra, famosa por sus aguas cristalinas.
Pollença
Como un celoso guardián de la bahía, Pollença se alza entre dos colinas empinadas para revelarnos un pueblo singular, repleto de casas medievales repartidas a lo largo de estrechas calles llenas de encanto. La visita a este lugar incluye el Museo de Pollença, baluarte de la cultura mallorquina, el Castell del Rei, cuyas ruinas descansan en la Sierra de Ternelles, y la Parroquia de Santa María de los Ángeles, esplendorosa por su herencia barroca. Además, no podemos dejar de visitar el Monte Calvario, coronado con un oratorio del siglo XIV y finalmente, el Puerto de Pollença y la Playa de Formentor.
Manacor
Antes de llegar a Manacor, sería imperdonable no detenerse en el pintoresco municipio de Llucmajor o asombrarse con el pasado histórico de Santanyí. Cada una de estas regiones constituye una antesala de Manacor, una de las ciudades más importantes de la isla balear, y en la que no podemos pasar por alto su Museo Arqueológico, para luego adentrarnos en Petra y visitar un monasterio del siglo XVII y la Ermita de Nuestra Señora de Bonany. A su vez, Porto Cristo también aguarda con grandes sorpresas, entre ellas las Cuevas del Drach, el Acuario y el Exotic-Park.
Artá
Siguiendo toda la línea litoral de la zona, no es difícil toparse con la Bahía de Artá, escenario de numerosas calas, como Cala Millor, o tal vez interesante por su castillo, el Monasterio de San Francisco y la Iglesia Parroquial. La región también deslumbra por sus cuevas naturales o el poblado Ses Paisses, cuna del legado talayótico de Mallorca. A continuación, corresponde el turno de Cala Ratjada, donde se respira un ambiente costero pueblerino muy acogedor, además del Castillo de Capdepera o la Torre de Canyamel. Para completar el recorrido, nada como adentrarse en los Jardines de Casa March o terminar la jornada entre las aguas idílicas de Cala Mesquida.